viernes, 23 de abril de 2010

Juanita Ixchel.



Por Dionisio Esteban Simón
Una mujer Maya que a su corta edad, ya está escribiendo una historia que viene desde sus ancestros y que ahora se personifica en ella. Nacida en una cuna humilde en donde no había más comodidad que un petate y unos rebozos especiales para tal ocasión. En medio de la alegría, oraciones de toda la familia, llega como una luz a este mundo. Sus manitas las abre inmediatamente al mundo como diciendo vengan, aquí estoy, hagamos equipo pero sepan que somos todos iguales. Según la cultura Maya, el bebé que nace con las manitas y brazos muy abiertos es que van a ser buena gente y colaboradores; en cambio su traen sus manitas hechas un puño entonces serán personas egoístas y que no tendrán mucho para aportar a los demás.
Siendo todavía muy pequeña, su padre que era un líder comunitario fue secuestrado por los soldados y posteriormente fue asesinado más que un animal. Su mamá, una mujer muy religiosa y muy valiente hace las veces de papá y mamá y va inculcando entre sus hijos e hijas las ganas de vivir y de trabajar duro para poder llevar el sagrado alimento del cuerpo, del espíritu y también intelectual. Ella se dedicó a vender comida criolla y se levantaba cuando cantaba el primer gallo, ya que no tenía reloj y se acostaba faltando poco tiempo para la media noche. Sus 5 hijos fueron enseñados al trabajo y al sacrificio. También mamá les enseñó el amor a la madre tierra, a Dios y a la propia cultura Maya Qanjobal. Les contaba cuentos, mitos, historias de los abuelos a sus hijos antes de dormir, y también les enseñaba a ir a rezar a los lugares sagrados en donde los abuelos rezaron para pedir por la lluvia, la milpa y la vida del pueblo. Todo eso aprendió Juanita, pero había otro detalle, y es que varios hombres, tanto jóvenes como adultos molestaban a la señora y a sus hijitas pequeñas, y querían aprovecharse de ellas. También mamá les enseñó a valorarse a sí mismas aunque fueran personas humildes y analfabetas, y que nadie podía hacer algo malo para ellas si no lo consentían. Ohhh qué buena escuela tuvo juanita y en medio de todo esto ella fue creciendo, inició yendo a la escuela cercana a la aldea y siempre fue rebelde y analítica. Sigue leyendo...